
POR HERMANA SANDRA SHANNON
Hoy es 10 de diciembre de 2017 y la temperatura es de 24 ° C, calurosa y soleada. ¿Cómo puede ser esto? Es posible porque estoy en el Perú.
Hoy ha sido un día muy esperado por las Hermanas, Asociadas, gente de El Progreso, Carabayllo y por las Hermanas Gayle Desarmia, Joey Doiron y yo, la Hermana Sandra. Estamos aquí para celebrar con todos el 50 aniversario de la llegada de nuestras Hermanas a esta área del Perú.
Nuestros Asociados se responsabilizaron de la organización y planificación de la Misa, que fue la celebración principal para marcar este evento crucial en las vidas de las Hermanas y la gente de Carabayllo.
José Ignacio Távara Castillo, conocido como Pepe, uno de nuestros Asociados originales, preparó grandes estructuras de madera cubiertas con cuadros que representan la historia de las Hermanas, comenzando con San Vicente de Paúl y Santa Luisa de Marillac, hasta llegar a las diversas Hermanas que fueron misionado en el Perú. Estas estructuras se destacaron en el área de la entrada (una especie de plaza) de la Iglesia. La gente se arremolinaba hablando de las Hermanas que habían conocido como las hermanas Rose Healy, Irene MacDonell, Jean Higgins, Theresa Moher, etc.
La misa fue una verdadera celebración en el Señor. Carmen Alomía Guía, contacto Asociado en el Perú, había escrito un guion que contaba nuevamente la historia de las Hermanas. La Hermana Sara Jiménez Angulo dio la bienvenida a la sala de la Iglesia, que estaba muy llena. Con el sonido de fuertes aplausos de la Asamblea, las Hermanas caminaron por el pasillo central hacia sus lugares.
En el momento de la procesión de regalos, Carmen comenzó la narrativa de las Hermanas que venían a El Progreso a partir del Papa Pablo VI en 1966, solicitando que las congregaciones religiosas vinieran a América Latina para servir a los pobres. Los ancianos de la comunidad, viejos amigos de las Hermanas llevaron grandes fotos que se enfocaron en la asamblea. Los adultos con los nombres de las diferentes Conferencias de Obispos de América Latina vinieron a continuación. Los jóvenes portaban carteles y fotos de las diversas obras de justicia social y humanitarias seguidas de los adultos. Tres niños pequeños, vestidos con trajes típicos, vinieron después. Llevaban la Biblia y pequeñas banderas del Perú y del Canadá que significaban nuestras relaciones cercanas basadas en la Palabra de Dios. Al final, la Hermana Joey y yo llevamos el pan y el vino. Qué importante fue para las Hermanas que las personas que conocieron participaran en la celebración.
La misa continuó como siempre con música viva. Toda la asamblea cantó con gusto. Dos Asociados proclamaron las lecturas.
Al final de la misa, la Hermana Gayle habló en español en nombre de la Congregación. Hizo hincapié en la gran asociación que se ha desarrollado entre las Hermanas, los Asociados y la gente. La Hermana Rose-Marie siguió con sus palabras de agradecimiento a quienes vinieron a celebrar la ocasión y un agradecimiento especial a los Asociados por su trabajo.
Apenas pudimos salir de la Iglesia. La gente acudió a nosotras y nos ofreció abrazos y expresiones de gratitud por la presencia y el trabajo de las Hermanas. Me sentí muy honrada de que me mostraran tal honor, el cual acepté a nombre de todas las Hermanas que han trabajado en Perú, así como las Hermanas en Canadá que han apoyado a nuestras Misiones peruanas de una manera u otra. Alegría, felicidad, gratitud y orgullo llenaron mi corazón. Las Hermanas Sara, Rose-Marie y Joey se perdieron en un mar de personas que intentaban acercarse a cada una para recibir abrazos personales. Todos los presentes se complacieron en recibir bolígrafos de recuerdo, llaveros y un libro de la historia de las Hermanas en El Progreso, bellamente escrito por Pepe.
A medida que la gente se alejaba después de un largo tiempo de socialización, me quedé con sentimientos de orgullo por la influencia que la Congregación de las Hermanas de la Providencia de San Vicente de Paúl ha tenido sobre estas hermosas personas. Estoy agradecida por el respeto y aceptación que las personas tienen por nuestras Hermanas. También me siento con confianza en la capacidad de nuestros Asociados para llevar adelante el carisma y la presencia de la Providencia en esta parte muy importante del mundo.